domingo, 30 de junio de 2013

Quizá el momento en que sentimos que necesitamos más aceptación que lo habitual... 
  sea el momento en que necesitamos más aceptación de nosotros mismos.


miércoles, 26 de junio de 2013

Siento que saludo al sol en mil idiomas diferentes, y aún así todo lo que veo frente a mí es la pared.


Prólogos

Con la mente en cualquier otro lado y el ánimo dormido, me propuse una listilla de cosas a hacer para salir de este piloto automático que me está matando. 
Todo esto a modo de introducción, porque tengo ganas, y de paso demuestro mi punto.

No le pasa a todo el mundo, pero un gran porcentaje de aquellos que deciden abrir un blog o algo por el estilo, se sienten inclinados a explicar porqué en la primer entrada. Yo soy una de esas personas, pero no viene al caso. Algo nos impulsa a hacer una gran introducción, que motivará a los posibles futuros lectores y a nosotros mismos a seguir leyendo. Queremos dar una explicación cool, que quede simpática e interesante, que genere un efecto similar al que nos generan los primeros minutos de las películas que empiezan con imágenes de una ciudad y una voz en off profunda o adolescente, según. 
En general, no da resultado. Quizá queda interesante y simpática la introducción, pero nunca como a uno le gustaría. Y no es de inconformista, simplemente es como es, tiende a ser así.

Leyendo una de estas introducciones, autobienvenidas a blogs, tracé mentalmente una relación con lo que me generan los prólogos de los libros.

Hablando en general, claro, hay prólogos y prólogos. Pero últimamente noto que se da lo siguiente, con gran emoción de estar finalmente leyendo ese libro, comienzo a leer el prólogo, y para cuando terminé se me durmieron las ganas, un poco. Hay algo en los prólogos que se va de tema, que nos describe otra cosa que no es exactamente la trama del libro, no es exactamente un resumen introductorio coincidente con lo que el autor quería comunicar... Quizá soy yo, es más que posible.

Durante algún tiempo sostuve la teoría de que los prólogos eran a la historia lo que el primer capítulo del libro, a un libro a Borges. Uno lo lee sin entender muy bien qué está diciendo, lo olvida rápidamente y comienza a leer el libro en sí, y al terminarlo, relee el primer capítulo de nuevo redescubriendo no sólo su original significado, sino partes tácitas de la historia en su conjunto.
Pero no, ya no creo que sea así.

No he leído hasta ahora prólogo que me introduzca realmente a lo que leería a continuación. Pero, de nuevo. Quizá sea sólo yo.

Quizá lo mejor sería entonces empezar a escribir sin pedir permiso, y después de haberse familiarizado con el habito de llevar una historia bajo el brazo, comenzar a escribir su introducción... 
En mi caso sé que mi gran error al escribir fue siempre querer empezar por el título o el prólogo. La excusa para escribir. Cuando en realidad, las ideas en mi mente no empezaban a formarse al minuto en que me aproximaba al papel, sino antes, mucho antes.

jueves, 13 de junio de 2013

Miedo

Debo tener muchísimas entradas bajo un título similar a este. 
Debo tener muchísimos momentos en que me sentí con muchísimo miedo.
Pero este es diferente. Como todos, pero es diferente. 

No sé, ya no sé que siento. Me siento un poco tonta por tener tanto miedo a una cosa tan sencilla. Pero después me acuerdo que no es sencilla... No sé. Mientras disfrute el proceso, está todo bien. La parte del parcial nunca es disfrutable. Uno le puede poner onda pero disfrutable no va a ser. Disfrutables pueden ser los primeros momentos después del parcial, porque "ya pasó".
Qué tema ese, esperamos a "que pase". Llega un punto en que no importa si va bien o mal (mentira, pero es la sensación del momento), sólo queremos que "pase". Que sea el día siguiente al examen. No queremos pasar por esa situación frente a la hoja o frente al examinador. Yo tengo una teoría y es que lo que no queremos hacer es estar frente a nosotros mismos y la debilidad que nos impone el otro. A ver, sin delilarla mucho. Lo peor no es el examen, sino las caras que nos pone el que nos pregunta mientras nos pregunta y mientras pensamos. Pensamos? Pensar está difícil cuando querésresponder  bien, acordarte de todo, poder relacionarlo con eso otro, mostrar que estudiaste, que sabés... No sé.

Me preocupa lo mucho que "no sé" últimamente. Viene siendo una frase común en mi discurso, muy usada... Me preocupa que me afecte más de lo ideal el estar teniendo que agachar la cabeza frente a todos los demás, que saben mucho más... Medicina tiene ese estilo.

Me quedaría a explicarme bien y a tratar de entenderme, pero no puedo. Voy a hacer las cosas bien y voy a jugar mi última carta... Dormir y dejar que el mundo se acomode, para que mañana la suerte esté de mi lado.

No sé.

lunes, 3 de junio de 2013

(Reflexiones tras 19 años, domingo, y tras ver "the adjustment bureau")

Creo que es sobre trabajo duro. Que no es casualidad. Sí creo que existe la casualidad...creo.
Creo que existe, pero que la gran mayoría de las veces se lleva el crédito que no le correponde. 
Creo que esos momentos de suspenso en que esperamos que nos canten el resultado que finalmente ateibuimos a la suerte... esos instantes de suspensión... no sé. No sé que son. No sé si son buenos o malos. No sé.

Creo que no es suerte. Que es habilidad, o trabajo duro, según la ocasión, según la persona. Algo de suerte hay, algo de cósmico. Pero poco. 

No creo en el destino. Nunca creí, pero no puedo afirmar que seguiré creyendo lo mismo. 
No creo que sea justo endilgarle el peso de nuestras decisiones a una fuerza superior, ajena... pero allá ellos. No sé.

No sé si es más fácil o más difícil así. Las dos. Ninguna. 
Es.

Creo que se trata de eso un poco. Creo que a veces se trata de dudar, de no saber... Ahora creo que de eso están hechos esos segundos de suspenso... De duda, de replanteo... Es habilidad, trabajo duro, o es suerte? O es destino?

Me gusta no atar la reflexión a una historia particular. Me gusta porque se puede aplicar este hesitar a situaciones con diverso nivel de drama, de intensidad. Quizá hablamos del tiempo que nos lleva hacer una tostada, quzá hablamos de los segundos previos a elecciones del ganador supremo de x cosa. 

Creo que tiene que ver con eso, con la aplicación ilimitada que tiene la duda. El drama, la intensidad... Puede agregársele condimento a casi todas las escenas de la vida. A veces es sano y a veces no. Sano no sé. A veces hace bien y a veces no, que no es lo mismo. 

Sé que salir del cine corriendo unos metros en la ruidosa Rivadavia aquella vez rememorando la escena de la película que acababa de vivir me hizo bien. Sé que quiero hacerlo de nuevo. Creo.

Creo que estoy fuera de mi límite, siendo tarde otra vez. 
Sé que quiero acción e intensidad, quiero aventura. Y sé que la vida no es drama 24.7. Sé que no es así, y que así estamos bien. Sé que hago lo que quiero, porque puedo. Sé que puedo y eso está bueno. Poder y saberlo, las dos. Creo que estoy bien igual. Nunca sé cuál es la camtidad justa de tensión que hay que ponerle a estos días. No quiero pasarme, ya lo he hecho y no quedó bien. No quiero quedarme corta, porque nunca me pasó y tengo miedo de que pase ahora. No sé.

Sólo sé que esto sigue. Que en un mes ya va a haber pasado. Todo es tiempo. 
No sé. 
Va a estar todo bien... Creo.