sábado, 26 de octubre de 2013

Control y opinología.

Resulta interesante lo importante que nos resulta tener el control. El control de las cosas, de la gente, de nuestro trabajo, de nuestra mente, de nosotros mismos. Quizá no somos del todo conscientes de poseer el control de ciertas cosas, pero en el momento en que perdemos ese control, de pronto todo se torna borroso, vago. Algo está mal, no queda claro qué ni por qué.

No hablo de tener el control en el sentido de obligar a otros a hacer lo que uno quiere. O quizá sí. Me refiero a tener cierto poder sobre las situaciones, tener el poder de veto. Control en el sentido de que la palabra de uno tiene un efecto en la toma de decisiones, en el resultado de las cosas.


Quizá la razón por la que se opina tanto de todo, incluso cuando no se tiene idea de qué se está diciendo, tenga que ver con que el hecho de poder opinar nos da cierto aire de control. Quizá dar nuestra opinión nos hace sentir que aportamos datos importantes que deben ser tenidos en cuenta al resolver cierto problema. Quizá cuando nos cuentan algo opinamos sobre ello e inconscientemente pensamos que si no le dábamos nuestra bendición sobre ese tema a tal persona, ubiera tomado una decisión disitinta. Quizá opinamos para manifestar, sin saberlo, que nuestra opinión hace una gran diferencia, que nuestra opinión tiene peso sobre la decisión del otro, que con ella podemos ejercer cierto control. Aunque sea mentira. 
Quizá incluso el formular una opinión tenga que ver no sólo con querer controlar la postura del otro, sino con querer controlar el debate en sí, el tema sobre el que se está hablando. Quizá tenga que ver con querer controlar nuestra propia mente, con querer mantener cierto orden de pensamiento.

Quizás no, quizás sólo es mi opinión de hoy, para tratar de ordenar todo esto en mi cabeza.

martes, 15 de octubre de 2013

"Usted quiere llegar a ser usted mismo, ¿cuántas veces se lo he oído decir? ¿Cuántas veces se ha lamentado de no haber conocido la libertad? Su bondad, su deber, su fidelidad, son los barrotes de su prisión. Estas pequeñas virtudes ocasionarán su muerte. Debe aprender a conocer su propia maldad. No puede ser parcialmente libre: sus instintos también ansían la libertad. Esos perros salvajes ocultos en el sótano, ellos también ladran reclamando ser libres. Escuche, ¿no los oye?"

"El día que Nietzsche lloró", Irvin Yalom.


jueves, 3 de octubre de 2013

Viejos recursos

Mirar para atrás a veces nos ayuda a superar pequeños (o grandes) obstáculos con los que nos hemos topado antes. Pero como dijo no recuerdo quién en este momento, no nos bañamos en el mismo río dos veces porque ni el agua es la misma, ni nosotros. 
Es cierto que el humano tiende a tropezar varias veces con la misma piedra... Pero sería estúpido no tener en cuenta que sí se aprende de cada raspón, de cada caída. Levantarse puede ser cada vez más dificil si usamos el pasado como sofá, pero puede ser cada vez más sencillo si lo usamos como trampolín (otra adaptación de una frase que ví por ahí). 
Tendemos a pensar en estas dos opciones: o más fácil o más difícil levantarse, según la experiencia.
Pero existe una tercera: puede pasar que el haber superado el obstáculo en tiempos pasados, nos ayude a superarlo esta vez, porque nos sabemos capaces. Y sin embargo, al mismo tiempo, el miedo de reincidir y volver a tropezar nos complica el levantarnos. Y por ahí nos quedamos sentados con cara de mo entender bien qué pasa, con impotencia, con miedo. 
Qué cosa el miedo. M I E D O. Tantas formas, tan variable. Tan difícil admitir que lo sentimos. Tan oscuro, tan rápido, tan poderoso, tan abrumador. 

No sé si esta vez sirva todo lo pasado. No sé qué sea, quizá es que esta vez hablamos de varias piedras pasadas a la vez, quizá sea que ya estamos cansados. Estando tan cerca... Pero vale la pena seguir? CLARO QUE SÍ. Lo termino de escribir para reafirmar la idea: vale la pena seguir luchando? SI. Mil veces sí. A aferrarse a aquello que nos hace bien, y mirar para delante. Hay tantísimos recursos y tiempo infinito, porque las pausas cósmicas están ahí si se está dispuesto a tomarla.
Y si nada funciona.... Quizá símplemente sea hora de irse a dormir. 
Quién sabe... Quizá el universo se acomode sólo esta vez... Confiar es otro recurso.