domingo, 28 de septiembre de 2014

Regrets

Si hay algo de lo que estoy segura es que no quiero mirar para atrás y arrepentirme. Quiero ser feliz, soñar, cumplir algunos sueños, por supuesto, pero evitar el arrepentimiento es muy importante para mí, y últimamente demasiado. 
Arrepentirse es admitir que uno erró, es admitir que se tuvo la oportunidad de hacer las cosas mejor pero se hicieron de otro modo. Claro que los errores, grandes o pequeños, que vamos cometiendo nos van dando forma y si nunca hubiésemos tropezado, no conoceríamos la dicha de levantarse volver a estar de pie. Claro que somos quienes somos por haber sido quienes fuimos, y claro que no somos hoy quienes fuimos ayer y por eso no deberíamos juzgar tanto las acciones pasadas bajo la lente de los valores que tenemos hoy (tanto es palabra clave). Sin embargo, este último par de meses he estado tratando de corregir demasiadas cosas de mí misma al mismo tiempo, y como dice el dicho, el que mucho abarca poco aprieta. Fijarse día tras día en las cosas que uno hace mal no lleva necesariamente a superarse y ser mejor persona, el exceso de autocrítica nos hunde cada vez más abajo, y cuando más profundo el pozo, más difícil salir. Permitirle al superyó que desolle con tal empeño al vulnerable yo es simplemente cruel, no progresista. 
Trato de encontrar el balance entre la seguridad en mí misma y la autocrítica. Saber cuándo escuchar con alma y mente abiertas las críticas de los demás y cuando ignorarlas no es tarea fácil. ¿Dónde debería ir el límite? Estoy empezando a creer que en los momentos en que el autoestima flaquea es útil tratar de superarse a uno mismo, pero con una o dos cosas a la vez, no más. Concentrarse más, dormir más, hacer ejercicio todos los días, leer x páginas de x libro por semana, estudiar más para saber más para tal fecha, estar más con la familia, aprender a meditar, cocinar más, ser más ordenado, llamar más seguido a *lista de personas*... El tiempo es infinito una tarde soleada de vacaciones en una silla mirando el pasto, pero en el presente puro y duro en que los minutos se escurren entre las tareas de la rutina que hay que terminar para ayer el tiempo es limitado. Explotar al máximo las horas que uno tiene cada día es genial, pero implotar en el intento no nos acerca ni un poco a la vida utópica que queremos llevar. 
Arrepentirse. Desafiarse a uno mismo está buenísimo, pero cuando uno se desafía y luego cede ante el autosabotaje, cada día que pasa nos hunde más y más nos alejamos la persona que queremos ser. 

Últimamente edito mucho las cosas que quiero decir. Pienso que debería morderme la lengua antes de hablar y reconsidero los comentarios que iba a hacer varias veces al día. Ojalá pudiera atribuir esta pequeña ola de inseguridad a algún evento, a alguna fecha cercana que por algún motivo ensombrece mi ánimo. Ojalá pudiera, porque entonces sólo cabria esperar y se iría sola, así como llegó. Pero no. Casi sin darme cuenta pasé demasiado tiempo probando vivir con el enfoque de otras personas. Probar ver el mundo con los ojos de quienes nos rodean está buenísimo, pero juzgarnos con las leyes de otros puede ser peligroso. "it took me a long time to learn that what was good for Fanshawe was not necessarily good for me." (Paul Auster, The New York Trilogy). 

Empecé queriendo cambiar pequeñas actitudes de mi rutina y sin querer terminé replanteandome cada cosa que decía, como si quisiera reeditar toda mi persona. No quiero. Quiero volver al punto en que estaba antes de empezar a sobreanalizar todo y empezar de nuevo. Cerrar las puertas a las críticas exógenas nunca está bien, pero debería mantenerlas entreabiertas. Play by my book.
Procederé a cerrar las persianas y dejar las ventanas abiertas. Introspección guiada por el viento, que se ventile un poco la mente, que inspire profundo y espire toxinas todo mi ser. Dejar de editar tanto el discurso. Aflojar un poco la correa. Y si no se ríen de mis chistes, está bien. Y si no se enamoran automáticamente de mi forma de pensar, está bien. Y si no comprenden tras dos o tres conversaciones quien realmente soy, está bien. No sé exactamente qué esperaba que pasara, pero claramente este no es el camino que debo andar, y como dijo Liz Gilbert, no vine aquí a sufrir.

martes, 16 de septiembre de 2014

Los nervios fieles, siempre presentes en pre examen. Pero medio escondidos cada tanto, perezosos, achicharrados. Deliberan, salir o no? No saben. No sé.
Cansada o cansada de estar cansada?
Raro como el tiempo pasa a velocidad constante y las cosas se terminan cuando acababan de empezar. No sé.

Frente en alto, confianza y buenas vibras. Y a dejarse mecer por el universo, hasta que vuelva a posarse en lo alto el sol.