martes, 16 de diciembre de 2014

Falsa calma. El miedo esta vez.

La calma forzada, el pánico, el miedo ciego, el estrés, la nada misma. Mix de sensaciones y sentimientos sobrecogedores que se enriedan y el nudo parece apretarse más cuanto más trato de analizarlo. Racionalizar las emociones no siempre conduce a algún lugar, a veces tenemos miedo porque la situación lo requiere y a veces estamos calmados y quizá no es algo malo. A veces tenemos tanto en nuestro plato que quedamos en una especie de piloto automático, indefinido, estado de ficus. No sé si sea bueno o sea malo. Después de tantos exámenes distintos creo que puedo decir que no hay una receta definida de emociones que garanticen el éxito. Me ha ido bien y no tan bien estando más nerviosa y más tranquila. Una cosa no quita la otra y a medida que los minutos van pasando, las emociones van mutando y se suceden en un torbellino feroz que te devora poco a poco. Así que acercarse a la calma no puede estar mal. El pánico no permite pensar, bloquea. Y la calma no es la ausencia del miedo, para nada. No necesariamente. Hace meses que siento el miedo latente, de base, siempre presente bajo la ropa, pegado a la piel. No se va a ir hasta que de una vez y para siempre (o al menos hasta el año que viene) termine de rendir. Y no se termina mañana tampoco, los exámenes fraccionados son el terror de los estudiantes. Pero lo pasé antes y lo pasaré de nuevo, por qué no? No está pensado para que la gente lo pase? 
El miedo se arremolina, se calma, va y viene. Se enfurece y despierta al pánico, la abulia se presenta ante cada oportunidad. Y a la calma que tan rara vez me visita, debo despreciarla? Lo siento, no puedo creer en un mundo en que la calma sea mala. Es lo único que me queda para aferrarme a una existencia no tan llena de cortisol, sin esos momentitos de calma el miedo y la angustia son mares ininterrumpidos que ahogan y me pisan cada vez con más fuerza. La calma no puede ser mala.
Hablo de la calma como si tal cosa pero en realidad no ha venido a visitarme exactamente. Sensación extraña. Quiero que se termine. El hartazgo me fabricó una especie de calma provisoria, un salvavidas en el océano de miedo que fue creciendo obstinadamente. Las extremidades acalambradas, siento las cosas sólo a medias. Estará bien, estará mal... No sé. No hay modo de saberlo en realidad. ¿Por qué torturarse tratando de convencerse de que la calma es algo malo?

No quiero irme sin cerrar los ojos, tomar aire y usar el mantra de realmente esperar a que el universo acomode sus fichas. Me siento algo olvidada por el karma. Claro que contar con él no alcanza, pero incluso con todo mi arsenal, lo mejor preparado que puede estar considerando todo, me siento mentalmente en el borde de la cama esperando secretamente que me toque una vez más. Una vez más como otras, como hace no tanto tiempo. 
El reloj se sigue moviendo, al tiempo no le importa. Las cartas caen, se acomodan como pueden, volvemos a mezclar. Y una vez más desde aquí, cierro los ojos y respiro profundo, and I hope for the best. Porque es todo lo que está a mi alcance a esta altura. Mi parte está hecha por esta noche. ¿Un guerrero de la luz se iría a dormir confiando en las fuerzas cósmicas? I'll keep on rowing. Parte de mí me esperará, sea como sea, del otro lado. Pero ahora sólo queda irse a dormir. Y déjar que el universo se acomode. De un modo u otro, cruzaré.

Kadima rak kadima. Find the way.