jueves, 21 de noviembre de 2013

Miedo (tercer capítulo)

Bueno, una vez más en el mismo lugar. Se dice que no pueden obtenerse resultados distintos sin añterar la fórmula; me pregunto si funcionará al revés? 
Cada vez el miedo tarda más en llegar, y quizá cada vez tarde más en irse también. Sigue apareciendo igual, obvio. El miedo es algo bueno, se supone, nos mantiene alertas. El problema es cuando se va más allá, cuando paraliza. Terror. El terror es malo. Pero la línea es tan fina que es difícil no pasarse.
Otra vez acá y con algo de suerte la última. Ya intenté contar becerros antes de tener vacas y no me funcionó, así que no voy a tomar ese camino. Soñar es gratis de todos modos. 
Otra vez acá. Queriendo que las horas vuelen sin que me dé cuenta, queriendo saltar en el tiempo. 


Puedo pasar esto. Para bien o para mal, hay senderos que deben cruzarse para llegar al horizonte, sea cual sea aquél que tengamos en la mira. Meterse en el barro y salir airoso sería genial. Tengo el uniforme ya manchado de trampas viejas, la mente cansada y el cuerpo inquieto. Tengo menos energías que al principio, pero sé que puedo, en algún lugar alguien me sigue empujando. Frente a la pileta de arena me pregunto una vez más si la cruzaré invicta. Traigo conmigo todas las fuerzas que me quedan, mi mejor intento y el karma de mi lado. Cierto es que podría estar mejor preparada... Pero le tiempo va en un solo sentido, y también nosotros. Cerrar los ojos e intentarlo es todo lo que puede hacerse, no darse por vencido ni aún vencido...
Tomar aire y...
Kadima rak kadima.

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Drowning

Miles de voces en mi cabeza hablan, se interrumpen, monótonas, titubeantes, todo al mismo tiempo. Siento que floto. El miedo dio paso al hastío, y de ahí a un temor más moderado pero persistente. En la recta final, es mentira que resulta más fácil seguir peleando porque "es el último esfuerzo". 
En todo caso la frase genera más presión, porque si hacés las cosas mal, sos un idiota que no fue capaz de sacar energías del aire para no tener que tirar todo por la borda. 
La angustia de la preparación para la batalla es matadora, arrasa con la psíquis del que la padece y a veces con la de aquellos que lo rodean. ¿Qué es hacer las cosas bien?

Una vida de jactarse (justificadamente) de esa capacidad de hacer el último esfuerzo, pasar el último examen, correr los últimos minutos, tomar la última dosis del remedio. 
De nada sirve sentarse a llorar porque las energías no alcanzan. Luchar incluso cuando parece no existir manera de lograrlo. No darse por vencido ni aún vencido.

Todavía no termina la tremolina. El camino fue sinuoso, y aún queda el golpe maestro por delante. Se divisa el obstáculo a cruzar, como siempre inspira temor, pero no estan imponente ahora que ya ha sido vencido. Nada esta dicho aún, todo se transforma. 

A seguir luchando. Será entonces, hasta la próxima batalla.