lunes, 30 de diciembre de 2013

Adiós 2013

Henos aquí nuevamente, como hace 365 días, como todas las otras veces que nos sentamos a pensar "se nos acaba el año. Se nos acaba... qué?". Después de varios años en este planeta, de varios cambios de año en que las tradicionales reflexoines de cierre y de inicio tienen lugar, esta vez no sé si siento que se termina un ciclo y se inicia uno nuevo. Creo que cuando inicié este 2013 entré en un ciclo distinto, con su propio metrónomo, marcando caprichosamente sus propios pulsos agitados o pausados pero que no se corresponden con el almanaque. Será por eso, quizá, que no siento que se cierre un ciclo con la despedida de este paquete de días, será que aún no asimilé que así como se pasa a un nuevo nivel, se termina el que se estaba jugando. 

Atesoro las tradiciones de todo tipo en el fondo de mi alma, pero el cambio de año que corre en el mundo en este momento no parece avivar en mí ninguna sensación especial. Al menos, esta vez.

Quizá tenga que ver con que no he comenzado a asimilar el ingreso al próximo nivel. Resulta plausible, ya que el nivel que acabo de ganar resultó ser mucho más complejo de lo que hubiese podido imaginar cuando inició. Y no es cierto que es siempre así. No es como para no intentarlo, tampoco. Me pregunto si en realidad este año que inicia seguirá trayendo cosas inimaginables para mi yo de este espacio-tiempo. No con demasiadas ansias, aún traigo la mente cansada de la subida reciente. Y si bien la amenaza cesó, es sólo posible que el miedo no se haya decidido a evaporarse completamente aún. 

Quizá me cansé de pedir deseos generales a la luz de la pirotecnia en el cielo del patio de casa otro 31 de diciembre. Y nunca fui fan de los deseos puntuales, me resultan tontos cuando no se tratan de mejorar la salud de un enfermo u otras cosas en esa línea de gravedad. Quizá aprendí que librar las cosas a la suerte sólo es útil en esos segundos cósmicos previos a una gran prueba de la vida, donde ya pasó el momento del entrenamiento y sólo se puede rezar al sol más próximo que envie buenas vibras. No lo sé. 
Sin embargo, este diciembre en particular me encuentra bastante quieta en lo que respecta a las inquietudes de mi alma, y el cambio de año trae las energías revitalizantes de los nuevos comienzos que empujan al inconsciente a bailar. 
Y porqué no puede tratarse el año nuevo sobre eso, sobre revitalizar el alma para bailar?

domingo, 22 de diciembre de 2013

Volver a bailar descalza.

Creo que como humanos siempre tratamos de caer bien a otros, incluso los que se conducen como si no les importara la opinión ajena, porque somos seres sociales y vivimos rodeados de nosotros mismos, escapar es sólo posible en las psicosis, cuando se corre de otras cosas. Sí creo que hay personas que han llegado a un maravilloso estado donde si bien desean agradarle a otros, eso no los condiciona, en general, para estar felices y relajados. Todas las personalidades son algo multifacéticas y mostramos las distintas caras de nuestro ser conforme cambiamos de hábitat, ya se ha establecido esto. Lo que a veces puede suceder es que nos quedemos como prendidos de una de ellas y se corra la balanza hacia un costado... eso puede llevar a una pequeña crisis. 
El truco no es tanto no mentir a los demás sino no mentirse a uno mismo. Jamás. Para luego poder volver en el tiempo y decidir que, al fin y al cabo, uno hizo las cosas bien. Porque mentirse a uno mismo es entrar en un mundo cuasi surrealista donde no se controla bien la trama. La ficción nos soreprende de pronto con pequeños giros y el ambiente se torna oscuro y confuso, quizá hasta esotérico. 

Estoy algo cansada de correr hacia mí y escapar de mi misma. En las pequeñas cosas, claro, pero que resultan ser las más grandes. La identidad es algo complejísimo, y tenemos la horrorosa tendencia a chocar contra ella una y otra vez una vez que está constituída. 

Rodearse de caras nuevas puede distraernos y sacudirnos un poco, pero para volver en sí quizá lo mejor sea ver esas amables caras de siempre y un espejo. Escuchar la música que nos lleva a abrazarnos el alma y bailar descalzos. Tomar un té.

miércoles, 11 de diciembre de 2013

El temor esta vez.

Esta vez elegí quedarme con la calma.
Porque siempre nos va a invadir la inseguridad en el último minuto. Siempre vamos a sentir que nos habría venido bien más tiempo. Siempre nos van a torturar esos fantasmas la noche previa a grandes eventos. Pero hoy elijo no ceder. Elijo neutralizar un poco mi querida neurosis y quedarme donde estoy. Las horas van a pasar igual y la mente tiene caminos desconocidos, pero llegar es posible. Debe ser posible. 

Esta vez elegí aferrarme a la calma cuando vino a visitarme, cuidarla. Cultivarla sería mucho porque no queremos que se quede lo suficiente como para que dejemos de extrañarla. Elegí aceptar que ese último segundo clave puede ser otro de los miles de segundos que aún me quedan, que tiene que ser justo éste. Elegí reconfortarme.
No es un cambio de paradigma, simplemente es un pequeño ajuste. La historia (o mejor dicho, la mañana) me juzgará. De cualquier manera, pasarse al lado del equilibrio siempre es una buena inversión. 

Y ahora me retiro, como todas las otras veces me retiré. Me juego la última carta, después de haber mezclado como siempre mezclé. Y espero obtener resultados similiares. Porque hace mucho aprendí que no se trata sólo de sentarse a esperar; pero existe un punto en el tiempo en que es todo lo que puede hacerse. Toda gran batalla coronada de rosas o sangre, fue precedida por esos minutos de calma quieta, de silencio atemorizado del temor. Esta vez elegí luchar contra ese temor. 

Y con algo de suerte, no podrá resultar mal, porque los cimientos están correctamente calculados.

lunes, 2 de diciembre de 2013

"Haciendo lo imposible me divierto"



Me vieron cruzar - Calle 13.

Y los deseos me vieron nacer 

los árboles me vieron crecer 
el océano me vio navegar 
las estrellas me vieron cruzar 
las estrellas me vieron llegar 
las estrellas me vieron perder 
las estrellas me vieron ganar 

Perdonen que me agrande 

pero soy un barrilete cósmico 
lo mas grande 

navego contra el viento 

haciendo lo imposible me divierto,
hasta que su objetivo complete 
este jinete no se baja del cohete,

por un campo minado 

de terrenos peligrosos 
me esquive todas las trampas de osos,

diariamente el sol fue mi testigo 

y la luna, la que me regalo el camino,


me cai pero me levante de la primera

como se levantan las flores en primavera,


sin rasguños, se hace pequeño 

el universo cuando levanto mis puños,


le dije a mi coraje 

antes que te de calambre,
cocíname las ganas que 
mis sueños tienen hambre.

Y los deseos me vieron nacer 

los árboles me vieron crecer 
el océano me vio navegar 
las estrellas me vieron cruzar 
las estrellas me vieron llegar 
las estrellas me vieron perder 
las estrellas me vieron ganar 
las estrellas me vieron correr 
las estrellas me vieron volar 
las estrellas me vieron perder 
las estrellas me vieron ganar... 

si se desmayan mis rodillas,

si se me cae el cielo,
si se desfigura el día y 
se convierte en hielo,

si mi sangre se torna,

color tu verde frio,
si mi valor tiene el 
estomago vacío,

si mis sueños se pelean 

con la suerte,
puede que el fracaso abra 
los ojos y despierte,

pero estoy preparado para 

los días salados,
cualquiera que camine 
se tiene que haber resbalado.

caí con todo el peso 

pero si es fuerte la caída mas 
impresionante será mi regreso;

ya no corro, le salieron 

alas a mis botas 
mi cuerpo navega por el aire 
FLOTA.! 

voy contra todo 

hago sudar al viento,
cada paso que doy va 
narrando un cuento,

hasta mis hazañas se asombran,

la historia me persigue 
por que la convertí en sombra!

Y los deseos me vieron nacer 

los árboles me vieron crecer 
el océano me vio navegar 
las estrellas me vieron cruzar 
las estrellas me vieron llegar 
las estrellas me vieron perder 
las estrellas me vieron ganar 
las estrellas me vieron correr 
las estrellas me vieron volar 
las estrellas me vieron perder 
las estrellas me vieron ganar...
.



Gracias por tanto. Cruzando caminos insospechados. Hoy cierro una puerta que durante años temí abrir. Tras un largo camino hoy puedo decir que cada paso valió la pena y cada caída me hizo más fuerte. Cada temblequeo me devolvió la confianza y transformó mi fe. 
Ahora a por más.
Kadima rak kadima.

Miedo, capítulo final.

Capítulo final. Porque salga bien o salga mal, todo termina en algún momento. Y esto de martillarme la cabeza y retorcerme en los rincónes más inéditos de mi alma ya no va más. Ya está. Basta.

It's been a hell of a ride, con momentos geniales y momentos horribles. Y si bien en general la pasé bien, y me gusta lo que hago, debo decir que en la balanza los malos momentos le ganan a lo demás. En peso, no en duración; no como para decir que lo haría distinto, o como para arrepentirse de cosas. No, creo que estuvo todo bastante bien como estuvo. Las cosas malas estuvieron todas fuera de mi alcance casi completamente y creo que he logrado manejarme bastante bien. Considerando que he tenido que fabricar mis propias herramientas de lucha sin modelo, creo que he logrado probar, al menos hasta ahora, que merezco el lugar que estoy tomando... Pero queda la prueba final, la prueba de fuego. Todo se termina de definir en unas horas, donde puede que todo haya valido la pena o que todo haya sido en vano. 
No puedo sacarle dramatismo, lo siento. El camino se fue haciendo más difícil y obstáculos sobraron, quizá algo se averió en la máquina que designa cuál es el nivel de dificultad del juego. Pero así y todo aquí me encuentro, aún entera. 
Hoy decido tomar un respiro y dejarme llevar. Quizá después de todo sea ésa mi última carta, dejar que las cosas se acomoden solas. Quizá debo volver a darle a la vida un voto de confianza. Quizá después de todo, pedir deseos a las estrellas no resulte tan ridículo.

Unas respiraciones más y a decidirse, que el tiempo por desgracia no sobra! Cada segundo que pasa duele, pero, como tantas otras veces, hay que luchar para que duelan cada vez un poco menos para poder seguir luchando. Ninguna lucha es eterna, gracias a dios, y la mía está por terminar. Por lo menos hasta la próxima batalla, pero el intervalo en el horizonte se pinta irresistible, cual oasis en medio del desierto. 
Quizá no sea mala idea después de todo frenar un poco y respirar. Sí. Creo que es posible volver a confiar en que todo saldrá bien. Quizá no sólo es necesario, sino que es productivo.
¿Es que no tengo nada que perder? Bueno, no. Pero tampoco tengo qué ganar viviendo a pura desconfianza, tratando de prepararme para el elemento sorpresa llena de insatisfacción y miedo. 
Miedo.
Quizá sea hora de volver al inicio, de volver a ponerme en esa piel que me permitió llegar a donde estoy ahora. Quizá, si cierro los ojos y respiro profundo, lo logre.
Y quizás así, las cosas salgan bien.