lunes, 2 de diciembre de 2013

Miedo, capítulo final.

Capítulo final. Porque salga bien o salga mal, todo termina en algún momento. Y esto de martillarme la cabeza y retorcerme en los rincónes más inéditos de mi alma ya no va más. Ya está. Basta.

It's been a hell of a ride, con momentos geniales y momentos horribles. Y si bien en general la pasé bien, y me gusta lo que hago, debo decir que en la balanza los malos momentos le ganan a lo demás. En peso, no en duración; no como para decir que lo haría distinto, o como para arrepentirse de cosas. No, creo que estuvo todo bastante bien como estuvo. Las cosas malas estuvieron todas fuera de mi alcance casi completamente y creo que he logrado manejarme bastante bien. Considerando que he tenido que fabricar mis propias herramientas de lucha sin modelo, creo que he logrado probar, al menos hasta ahora, que merezco el lugar que estoy tomando... Pero queda la prueba final, la prueba de fuego. Todo se termina de definir en unas horas, donde puede que todo haya valido la pena o que todo haya sido en vano. 
No puedo sacarle dramatismo, lo siento. El camino se fue haciendo más difícil y obstáculos sobraron, quizá algo se averió en la máquina que designa cuál es el nivel de dificultad del juego. Pero así y todo aquí me encuentro, aún entera. 
Hoy decido tomar un respiro y dejarme llevar. Quizá después de todo sea ésa mi última carta, dejar que las cosas se acomoden solas. Quizá debo volver a darle a la vida un voto de confianza. Quizá después de todo, pedir deseos a las estrellas no resulte tan ridículo.

Unas respiraciones más y a decidirse, que el tiempo por desgracia no sobra! Cada segundo que pasa duele, pero, como tantas otras veces, hay que luchar para que duelan cada vez un poco menos para poder seguir luchando. Ninguna lucha es eterna, gracias a dios, y la mía está por terminar. Por lo menos hasta la próxima batalla, pero el intervalo en el horizonte se pinta irresistible, cual oasis en medio del desierto. 
Quizá no sea mala idea después de todo frenar un poco y respirar. Sí. Creo que es posible volver a confiar en que todo saldrá bien. Quizá no sólo es necesario, sino que es productivo.
¿Es que no tengo nada que perder? Bueno, no. Pero tampoco tengo qué ganar viviendo a pura desconfianza, tratando de prepararme para el elemento sorpresa llena de insatisfacción y miedo. 
Miedo.
Quizá sea hora de volver al inicio, de volver a ponerme en esa piel que me permitió llegar a donde estoy ahora. Quizá, si cierro los ojos y respiro profundo, lo logre.
Y quizás así, las cosas salgan bien.

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