sábado, 28 de abril de 2018

Disponibilidad en tiempos modernos

Nos acerca estar al alcance de un whatsapp en cualquier momento de cualquier día? Nos acerca poder expresarnos cuánto nos extrañamos en cualquier momento, sin tener idea del contexto en que el otro está recibiendo ahora mismo ese cargado mensaje? Nos acerca tanta posibilidad de constante conexión? Nuestras neuróticas mentes bailan y lloran con semejante posibilidad.

Ese otro quizá te extraña un montón. Quizá te extraña un montón ahora, quizá se extrañan en simultáneo. Pero quizá no. Quizá el otro no te extraña ahora, ya. Quizá se extrañan a destiempo. (Quizá no te extraña).

Me parece que al final es más disruptiva la honestidad a medias de un visto clavado. El falso amor de un emoticón no sentido. La respuesta rápida a un mensaje lleno de expectativas por falta de tiempo o pericia tecnológica.

Me pone tan intranquila que me fuerces a ignorarte por falta de contexto cariñoso en mi ahora. Tu ahora no es mi ahora.

Sin quererlo perdimos el derecho a elegir cuándo conectarnos. Nos obligamos a reaccionar, con la mente nublada y el cuerpo cansado, a mensajes cargados de necesidades y deseos invisibles.
No era desafío suficiente la comunicación humana cara a cara, cuerpo a cuerpo? Y después boca oído, respiración a respiración? Obsesión con agregar niveles de dificultad a la interacción humana cuando hace siglos que se nos escapan hasta las cosas más básicas. Y tropezamos con las mismas piedras, una y otra vez, en todos los idiomas.

Estar siempre conectados... qué exceso, no?



P.D.: Otro efecto adverso de la pseudo-disponibilidad constante del otro: 


Insomnio cool


Ansiosa por pasar a la siguiente etapa en que no consideremos más a los que se toman el trabajo de juntar una buena y sana cantidad de horas para dormir VAGOS y los miremos con admiración porque se están ocupando de su salud (diría incluso que actualmente tal actitud vale x2 porque es contra viento y marea, contra las opiniones del verborrágico público).
Hasta no hace mucho pasaba lo mismo con la gente que hacía ejercicio. Que dedicaba gran parte de su agenda semanal a exigirle un poco más al corazón y a la musculatura estriada en general. Incomprendidos, considerados narcisistas quizá. Hoy se los (nos*) mira desde abajo, "ay hacés ejercicio? qué bien, yo tendría que hacer, pasa que no tengo tiempo, bla, bla, bla".

NADIE TIENE TIEMPO MARTA, hay que vivir igual.

Porque estamos vivos hoy. Y yo quiero ser quien quiero ser ahora - desde ahora, no quiero más estar a la espera de ese futuro incierto y utópico que mi inconsciente neurótico tanto promete. Hoy también existo.
Qué pasa si te quiero en mi vida y vos no a mí en la tuya?
Qué pasa si me queres en tu vida y yo no a vos en la mía?
Qué pasa si nos queremos pero a destiempo?
Qué pasa si no es el momento?
Qué pasa si no queremos siempre lo mismo?
No queremos siempre lo mismo. No somos los mismos. No existe ese siempre.
Qué pasa?
Nada.
Todo bien, vos?
Uf, a mil. Vos?
Bien.

Nada.