miércoles, 11 de diciembre de 2013

El temor esta vez.

Esta vez elegí quedarme con la calma.
Porque siempre nos va a invadir la inseguridad en el último minuto. Siempre vamos a sentir que nos habría venido bien más tiempo. Siempre nos van a torturar esos fantasmas la noche previa a grandes eventos. Pero hoy elijo no ceder. Elijo neutralizar un poco mi querida neurosis y quedarme donde estoy. Las horas van a pasar igual y la mente tiene caminos desconocidos, pero llegar es posible. Debe ser posible. 

Esta vez elegí aferrarme a la calma cuando vino a visitarme, cuidarla. Cultivarla sería mucho porque no queremos que se quede lo suficiente como para que dejemos de extrañarla. Elegí aceptar que ese último segundo clave puede ser otro de los miles de segundos que aún me quedan, que tiene que ser justo éste. Elegí reconfortarme.
No es un cambio de paradigma, simplemente es un pequeño ajuste. La historia (o mejor dicho, la mañana) me juzgará. De cualquier manera, pasarse al lado del equilibrio siempre es una buena inversión. 

Y ahora me retiro, como todas las otras veces me retiré. Me juego la última carta, después de haber mezclado como siempre mezclé. Y espero obtener resultados similiares. Porque hace mucho aprendí que no se trata sólo de sentarse a esperar; pero existe un punto en el tiempo en que es todo lo que puede hacerse. Toda gran batalla coronada de rosas o sangre, fue precedida por esos minutos de calma quieta, de silencio atemorizado del temor. Esta vez elegí luchar contra ese temor. 

Y con algo de suerte, no podrá resultar mal, porque los cimientos están correctamente calculados.

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