viernes, 24 de octubre de 2014

Montaña rusa para el cortisol.

Alterno períodos de calma con períodos de neurosis absoluta. La premisa destructiva que dice que cuanto más se estresa uno, mejor le irá en el examen. Sabemos que es mentira. Es mentira. Pero cuando sobreviene el estrés uno trata de consolarse con frases así. Al rato, la inseguridad creciente amenaza con conquistar más territorio y uno se da cuenta de que no se gana nada con el pánico. Que no puede ser así. Entonces se busca la calma. Dichosos los que la encuentran. Pero entonces uno siente que no debería estar calmado y se hace la falsa idea de que al estar nervioso se flota en una nube de seguridad tácita. Como si el estar estresado garantizara un comodín con el juego contra la suerte. 
Llega un punto en que es cuestión de suerte. Donde hay que soltar los apuntes y enfrentarse a la hoja con una mente cansada que viene de correr una maratón. Mejor tenerla de aliada, no? En ese momento la memoria no nos pertenece. Supongo que, como casi todo, se puede entrenar. Pero el momento es ahora, y ahora la mente es una entidad aparte que decide ayudarte o no. 
Los nervios no garantizan nada. El miedo es bueno porque nos mantiene atentos, pero el pánico paraliza. El miedo en realidad es bueno en cantidades medidas, es bueno como la pizca de sal que se le agrega a la masa de los panqueques, que no se siente pero realza el sabor. El peor es el miedo al miedo mismo. No el miedo al resultado pero el miedo al miedo al resultado. El miedo a pasar un mal momento. El miedo a una situación fea que semeje eterna.

En fin. La calma no es mala. No puede ser mala. Hay un momento adecuado para cada sensación y elmiedo  sirve semanas antes, como estímulo para prepararse contra la batalla. Pero el miedo constante es terriblemente agotador. No puede estar mal la calma. 

Técnicas de siempre. Más o menos pulidas. Las cábalas en su lugar, como para ayudar a la confianza, pero con la mínima rigurosidad posible. 
Debo parar de divagar. Soltar y ver qué pasa. Confiar. En que el universo se acomode, favoreciendo el ambiente para que despleguemos las armas que estuvimos preparando. Y luchar hasta que se acabe. En algún momento acaba, sé que estoy cerca. Pero por ahora no se termina hasta que se termina. Tomar aire. Confiar. Y adelante.

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