Un verano probar esconderse del sol.
Y no hay caso, la vitamina D obra maravillas.
Los adorables asesinos rayitos de luz ultravioleta nos alteran las composiciones químicas, nos doran la epidermis y el inconsciente. Será que el miedo a exteriores se puede justificar con una nueva excusa? No, el cáncer de piel es demasiado literal para el miedo pseudo metafísico a la realidad de allá afuera.
Quizá en el fondo-frente a lo que le tememos es a la realidad.
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