lunes, 3 de junio de 2019

Conversaciones, hoy.

Sobre cómo la posibilidad de pausar y sentarse a pensar (casi) sin límite de tiempo cuál es la mejor respuesta altera (¿y empobrece?) el diálogo. Problemas de los millenialls.

Editar las marañas mentales secretadas impulsivamente una y otra vez y compartir sólo frases coherentes, para descubrirnos en la vida real como seres indecisos, incoherentes, comunes. 

Y también:
Audios que no son otra cosa que monólogos internos ininterrumpidos documentados, de mayor valor porque hay un otre potencial para escucharlos.
Audios que van a mil, que dejan libre la maraña de ideas multiplicándose y creciendo arrollando a su paso al sentido común y a las pausas. Y a las respiraciones profundas.
Arrollando a su paso toda posibilidad de procesamiento mental y duda.
La expresión de la duda en voz alta que ahoga el real lugar a la duda introspectiva.

Audios que apuran opiniones externas,
y dudas que no son, dudas que no nacen a tiempo, dudas erradas, dudas truncas.
Manifestaciones en voz alta de marañas mentales que
invitan a editores a tejerles
encima sus propios mambos.
Qué quilombo.

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