lunes, 19 de noviembre de 2012

Boredom, old friend.

Palabras más, palabras menos, me encuentro en una de esas situaciones que se me dan muy a menudo en mi vida de estudiante.
Y digo vida de estudiante porque es como siempre lo vi titulado, pero en este momento no puedo decir que me sienta una estudiante de medicina. Yo sé que muchas veces imaginamos toda la vida cómo va a ser esa situación 20 años más tarde, y al final nada que ver; yo sé que existen las etiquetas y las generalizaciones, yo sé. Pero por más alejado de la realidad que pueda estar, el concepto de "estudiante de medicina" dista mucho, MUCHO de mi actual condición.
Claro, es CBC. No es Medicina. Me consta. Believe me. Pero un año es demasiado tiempo.
Ya está, ya nos adaptamos. Quiero aprender cosas porque quiero aprender, no porque quiero aprobar un examen; pero ese es otro tema, para otro día.

La cuestión es que me encuentro una vez más en esta posición en que estoy "ocupadísima estudiando" la última semana de parciales, mientras que, debo admitir, tengo muchísimo tiempo hueco. Hueco porque no puedo hacer nada con él, por la premisa básica de "es la semana previa al parcial, estoy estudiando. Todo el tiempo."; entonces no puedo hacer todas esas cosas que la gente hace cuando tiene tiempo libre, en su lugar, hago cosas que uno puede hacer cuando tiene 30 minutos, una pinta terrible, y una computadora: miro series. Series y películas. Y como he mencionado en varias ocasiones, eso parece tener un efecto importante en mi ánimo.
Mis amigos pasan a ser los personajes, (sin irnos lejos, eh) las actividades normales que me impongo para salir a la calle y convivir con la gente aún cuando no tengo tantas ganas empiezan a verse obstaculizadas por excusas que siempre aparecen ahí a mano en estos momentos... Depresión? No, no es depresión, porque estoy en un estado incluso más racional que el habitual. Depresión implicaría perder tiempo. ¿Para qué? ¿Con qué motivo? ¿Llorar para descargarse? Vendría bien, pero aparentemente soy incapaz (novedad).

Lo que me impide desatar sentimientos de depresión u optimismo efusivo, es el conocimiento de que en una semana todo esto se termina. Entonces, no vale la pena deprimirse. No califica como un problema esta situación, pero aún así, la solución está ahí, a la vuelta de la semana. Entonces QUÉ? Qué se hace, sabiendo que esperan días de lo mismo. De  e x a c t a m e n t e  lo mismo?
No quiero exagerar, de todas maneras, pero es una situación recurrente, aunque cada vez siento que tengo más poder sobre mi aburrimiento.

Éstas líneas venían a ser un prólogo a un pedacito de papel que garabatée hace unos cuantos meses en otra situación de aburrimiento y depresión muy distinta a la actual, pero cuya memoria viene al caso. Sin embargo, leyendo, como estoy ahora, libros con prólogos que son el 20% del libro, voy a terminar esta entrada aquí. Y el garabato irá en la siguiente, colgada, forzada en el blog, avergonzando un poquito mucho a la autora por no venir acompañada de una justificación lógica, racional y totalmente decente (decente? no sé, salió así.).

Buena vida, y a esperar esas 96 horas que me burlan.

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