viernes, 20 de septiembre de 2013

Ceder.

Vivimos entre un constante tire y afloje de un montón de cosas a nuestro alrededor. Constamente estamos decidiendo qué caminos tomamos según el orgullo o inseguridad que nos va quedando en el momento. Raras veces nos da igual, aunque hay una especie particular de humano a la que tiende a darle todo lo mismo. 
A veces tenemos claro el camino a seguir por haber planeado toda la historia vidas atrás. A menudo para que tras haber deseado estar en cierto lugar por mucho tiempo, una vez que estamos allá queremos tratar de mantener todas las cosas del mismo modo que habíamos imaginado. Será capricho? Puede ser, pero también hay un tema de orgullo, creo. El haber llegado a ese lugar, implica un logro. Y encontrándonos en otro nivel, queremos que pasarlo sea un poco más difícil, de modo de poder seguir creciendo. Para algunos tiene que ver con poder decirle a los demás "mirá todo lo que hago, mirá todo lo que sé". Pero para mí es más bien decirme a mí misma "mirá todo lo que hiciste". Es una cuestión de superación personal, de saber que estoy aprovechando todas las oportunidades que tengo a mano. Bueno, todas no, la mayoría. O las que me hacen más feliz. O las que puedo manejar tratando de mantener un balance para ser feliz. 

Como dije tantas veces, opino que lo importante es tanto el llegar como el camino. Por lo que tengo metas a corto, mediano y largo plazo, e intento disfrutar el nivel como el momento de pasarlo.


Estoy perdiendo el foco. Lo que descubrí recientemente es que muchas veces se quiere mantener cierto nivel de complejidad una vez alcanzado x nivel, porque sentimos que otra cosa no es digno del mismo, o que "sería retroceder, y queremos ir para adelante". Pero a veces hay que tomar atajos.
Los atajos son peligrosos y hay quienes no lo piensan dos veces antes de tomarlos, hay quienes entran con los ojos cerrados... Pero también están los que, como yo, se muestran reservados. La masa suele recomendar los atajos por ser el camino más fácil y, hay que admitirlo, vivimos en esta sociedad que toma ese modelo. Seguir el camino difícil implica esfuerzo y mucho empuje, pero resulta más meritorio y a menudo, sino siempre, es del que más aprendemos. 
Pero para llegar a la meta final, hay que ceder algunas cosas y confiar, para evitar volverse locos. No digo que sea imposible llegar por mi camino original, pero, al fin y al cabo... ¿Por qué no tomar el atajo, cuando no es insano, se ve tan seguro y sé que, por lo menos por ahora, hay vuelta atrás? 

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