jueves, 5 de septiembre de 2013

Miedo (segundo capítulo).

No quiero que se me haga tradición (mucho menos cábala), pero me prometí a mí misma que iba a dejar reflejada en algún lado la sensación que tengo ahora. La primera vez estaba asustadísima porque no sabía con qué iba a encontrarme, y ahora que tengo una idea, sigo asustada. Creo que es algo que no se va, aunque tener una idea de cómo es, ayuda, siempre. Hablo de un examen, sí, pero puede aplicarse a cualquier cosa. 
Mi optimismo sufrió alzadas y bajadas, y ahora no sé en que punto estoy. Gruñona, cansada, ermitaña, el último mes de mi vida fue interesante, pero no puedo esperar a que termine. 
No sé. No sé qué decir. Cada pensamiento es un grano de sal, y mi cabeza es el mar. Y ahora hay una terrible tormenta. Sólo espero que, con algo de suerte, la tormenta pase mañana, y el agua de lluvia ayude a diluir los remolinos que me hunden.

Continuará.

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