lunes, 1 de agosto de 2011

Ventana del pasado.

Volví a sentarme frente a aquella ventana. Con menos preparación que las otras veces, pero con miedo, como siempre, aunque menos que antes.
Me senté, decía. Me senté y mire con esos mismos ojos con los que mire siempre, desde hace tanto ya, el mismo paisaje. Pero esta vez fue diferente. Como? No lo se, honestamente. No se porque, pero esta vez ese paisaje que siempre se presentaba tan hermoso y doloroso, esta vez, no dolió. No dolió, o no dolió tanto. Sin entender muy bien que pasaba, me asome mas a la ventana, siempre cerrada, pero mostrándome su imagen. Por primera vez en.. en tanto tiempo, por primera vez no sentí miedo... y tampoco sentí esa muda invitación. O bueno, puede que si, pero no sentí la urgente necesidad de rechazarla y cerrar la ventana para siempre una vez mas...
Quizá si había una muda invitación... en esa imagen que como siempre, me causo nostalgia. Solo que esta vez, no fue nostalgia. Tampoco falsa melancolía como en otros tiempos. Habrá sido un sentimiento de bienvenida? quizá, puede que si.
Lo único que se, es que esta vez, por vez primera en años, pude mirar por la ventana sin sentir ese tire y afloje interno. Esta vez, el paisaje se ofreció ante mis ojos, cálido, o bueno, maravillosamente helado como nunca antes.
Estaré exagerando? Si, puede que si. Pero no tanto como exageraba antes, frente a la misma ventana. De repente todo apareció ante mi como si nunca lo hubiese visto antes. Y eso que cada vez que me asomaba a la ventana, la miraba con ojos distintos, ojos subyugados por las situaciones que condicionaban mi vida en cada uno de esos momentos en que por fin, me animaba a enfrentarme a la ventana una vez mas, que luego se transformaba en la ultima.
Esta vez fue diferente. Y al mismo tiempo, por algún truco de psicología inversa, yo tuve ganas de invitar al paisaje, en vez de sentirme invitada y aterrada por el.
Se ofrecía ante mis ojos tan tranquilo, tan sereno.. tan calmo... Si no fuera por el frió que helaba todos mis poros, y por todas las emociones de ese día y la previa semana, es decir, la situación actual que me subyuga a mi propia filantropía y meditación, quizá hubiese sido distinto. Pero distinto bien. O mal, también.
Bueno, pero no fue así, así que no vale la pena irse por ahí. La cosa es que esta vez, fue diferente. Y al mismo tiempo... bah, al mismo tiempo que se yo.
De repente se alzo como una posibilidad la existencia de ese paisaje en mi vida. Pero no como el paisaje de una ventana que no me animaba a abrir, sino como un paisaje que estaba ahí, que estaría ahí, para cuando yo deseara ser partícipe de el. Y al mismo tiempo, apareció la posibilidad de franquear ese pesado armatoste, de abrir o cerrar esa ventana, sin mirar atrás con amargura, o nostalgia, o melancolía, o, o, o.
Me encontré con la misma pared después. Observando un rato la ventana, desde el mismo lugar de siempre, pero con otra postura (psíquica, no física), decidí probar algo nuevo. No, mentira, no era algo nuevo, pero era algo viejo que esta vez si estaba dispuesta a hacer. Y no salio tan mal.. que se yo, el tiempo dirá.
No quiero emocionarme y arruinar todo, y volver a decir que fue la ultima vez, aterrada y nuevamente huir de la ventana. No quiero. Demasiadas cosas pasaron y dejaron de pasar, demasiadas lágrimas y sonrisas surgieron por acá y por allá, demasiadas personas fueron y vinieron en mi vida. Esta vez quiero que sea diferente. Tiene que ser diferente.
Pero estoy en realidad tan convencida? No... no, no lo estoy, y eso es precisamente lo que lo hace diferente. Porque esta vez, esta la duda, esta la disposición de esperar y ver que pasa. Y no están las ganas de saltar y chocar contra el vidrio. No están las ganas de salir corriendo. No esta la necesidad de tomar acción urgente. No me carcome la indecisión.

Esta vez, se termina acá mi publicación. Se termina acá la certeza. Se abren las puertas finalmente, a las posibilidades infinitas que solo el tiempo todopoderoso podrá o no otorgar. Y yo puedo descansar.

1 comentario: