viernes, 25 de abril de 2014

Apoyo.

Me he aventurado en diversas aventuras a lo largo de mi corta vida, y siempre he tenido la suerte de contar el apoyo de muchos de aquellos que son importantes para mí.
Esta vez, sin embargo, pocos me apoyan en esta nueva aventura. Encuentro que 8 de cada 10 personas dejan entrever que les parece una mala idea, que no debería meterme en más problemas, que si tal cosa sale mal o no sale perfecta, ya es una señal de que es un error. 
Es la primera vez que me pasa y no sé muy bien cómo proceder. Estoy convencida de que es una buena idea, una aventura que no quiero seguir posponiendo mucho más, y si bien no es el mejor momento del mundo para comenzarla, es lo mejor que voy a conseguir por estos próximos diez años. Y con eso me basta, así es la vida, el momento ideal para embarcarse en aventuras es total y completamente utópico, en ello reside parte de la aventura en sí. 

Lo cierto es que estoy experimentando una vez más (y debe ser ésta la segunda o tercera vez nomás) esas ganas desesperadas de mostrarle a la gente que se equivoca, que es una buena idea, que es un buen momento, que puedo. Que puedo hacerlo y ser feliz al mismo tiempo. Casi que me alcanzan las ganas de probar su error para dar el primer paso incluso sin poner motivación de otro tipo. Qué horror, qué será que tenemos los humanos que nos lleva a querer mostrar que el otro está en un error, a contradecirlo, a ganar. No sé. No me pasa a menudo.

Situación nueva y ninguna herramienta para ayudarme en este caso. Tengo en cuenta la posibilidad de que sea ésta una de esas veces en que uno cree estar haciendo lo correcto mientras la multitud grita que uno se equivoca cuando lo cierto es que en efecto, toda esa gente era la que estaba en lo correcto y era uno el equivocado. Pero no creo que sea éste mi caso. Creo realmente que, por algún motivo, a mis amigos se les ha ocurrido que no podré con todo y que debo recapacitar. Pero quizá hay más de mí que aún no conocen. Yo confío en mi capacidad de manejar una cosa más, de salie airosa de esta aventura. Me prometí intentarlo al menos.... Además... Las más de las veces, las mejores experiencias comienzan así, casi sin querer, a la fuerza, a los tumbos.
Veremos. Sólo el tiempo dirá quién tenía razón. Pero no me importa demasiado si debo abandonar a medio camino, lo importante es no defraudarse. Y no planeo torcer mis ideales porque la masa que me rodea considra que ésta es la calma que antecede al huracán. 

Si el huracán debe venir, lo esperaré con el mejor escudo que tenga. Pero pondré el pecho y libraré batalla. Aquí estoy. Vengan de a uno.

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