jueves, 17 de septiembre de 2015

Debunking hang-out stereotypes

Descomprimiendo mi neurosis, las presiones están altas tan cerca de las normas sociales y "lo normal" que siento debo alejarme hasta la estratósfera para poder pensar en paz. Diez minutos de sentarme a pensar. ¿Qué es normal? ¿Qué es común cuando de relaciones humanas se trata? Empiezo a pensar que quizá no haya normalidad en este ámbito. Quizá "lo normal" sea un conjunto de eventos que se tienen que dar, palabras que se deben decir... pero en cuanto a lo que cada uno siente, dudo mucho que sea universalizable. Crecí escuchando las lecciones de amigos y familia, los pasos, las significaciones de cada propuesta, la fraseología, los do y los don't. Crecí bajo la jaulita de reglas según las cuales una debe conducirse para ser una muchacha bien, con todos los valores planchados y almidonados, la boquita pintada, las pestañas rizadas y las risitas calculadas en los momentos justos para atraer por ser correcta y un poco aventurera pero un poco nomás. Películas y películas de hollywood (y de todas partes, really) nos enseñan a darle las espalda a lo normal, a ridiculizar las normas sociales de las citas, pero la historia siempre termina igual, y al final nos quedamos con nuevos sets de normas para memorizar y aplicar. Aplicamos los mismos patrones de conducta y esperamos resultados. Siempre los mismos resultados. Y a veces se dan y a veces no, y a veces nos sentimos satisfechos y a veces no. 
Cuánta presión sienten mis menudos hombros bajo la mochila de lo esperable de parte de uno y de parte del otro. El libreto que indica cómo debe jugarse cada rol... para que todo salga... ¿cómo?

Me encuentro desglosando reglas que me daban seguridad al tiempo que me arañaban el autoestima (¿pero qué reglas no arañan el autoestima, no?). Quizá en mi inexperiencia encontrarme en la posición de actuar bajo ciertas reglas (¡finalmente!) me parecía algo fantástico; me sentía parte de un grupo al que nunca había pertenecido (aunque más por elección propia que ajena) y al que mucho no había admirado, pero quizá me sentía bien porque ahora tenía la oportunidad de ser parte de. 
Quizá construimos ciertos sets de reglas y conductas para sentirnos más seguros, para sentirnos más cool y menos prisioneros de nuestras propias inseguridades (y de las de los demás). Pero empiezo a notar que quizá esas reglas no me hagan sentir más segura sino más ficcional... y eso es incompatible con la misma idea que me lleva a ponerme en estas situaciones en primer lugar: experimentar la realidad, en todas sus formas, sabores y colores, hasta encontrar esos momentitos en que es mejor que las ficciones que la regulan.
Si se trata de encontrar un lugar donde nos hallemos cómodos, seguro que no vamos a encontrarlo fingiendo ser y sentir cosas que no somos. Quizás haya que dejar de insistir con meternos en un molde en que no entramos y salir de la casa por la ventana usando el pijama de ositos. Llegar vas a llegar igual. Y la historia va a ser más importante porque elegiste tu propia aventura... Quizá.

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